El motivo por el que no vendes es muy sencillo: no sabes vender.
Piensas que vender se trata de algo innato que hacen algunas personas privilegiadas… No lo ves como algo que se puede aprender.
No sabes cómo hacer que la otra persona compre.
No entiendes la diferencia entre mostrar lo que vendes y venderlo de verdad.
Crees que es como ser alto o bajo. Que escapa a tu control.
O peor aún: crees que vender depende de la persona que está enfrente y que tú no puedes hacer nada.
Lógico, ¿no?. Es la otra persona la que tiene que tomar la decisión.
Si le metes prisa, te sientes mal por meter prisa.
Si le añades escasez, te sientes mal por querer manipular.
Sin embargo, no te pones colorada cuando dices que una oferta dura 24 horas y sabes que es mentira porque esa oferta está vigente todo el año.
Te da igual hacer un descuento en algo que quienes ya son tus clientxs han pagado más caro.
Te la trae muy al pairo cuando dices que amplías el plazo para inscribirse en tu curso porque la gente te lo ha pedido… Pero sabes que es mentira, lo que pasa es que no has llegado al objetivo.
O sea. Te molesta y te parece de mala persona pinchar un poco en el culo a tu clientx para que se mueva y compre, porque piensas que es manipular. Pero luego, mentir a la cara, te da lo mismo.
Pues mira, eso no es vender. Eso es querer ir de guay y no llegar ni a chachi.
Lo primero para vender es decir la verdad.
Me pongo de ejemplo: a mí me daba terror vender. Me daba miedo que la gente pensase que era mala persona; que tenía que hacer un descuento para ser amable y simpática. Pensaba que cayendo bien y haciendo las cosas bien, las ventas llegarían solas.
Yo pensaba que vender era solo eso: caer bien a un posible cliente.
Hoy sé que no.